sábado, 27 de julio de 2013

pochas

Dedicar una entrada un 27 de julio con 30º a un producto navarro por excelencia como es la pocha, puede resultar un poco de locos para los que no son de esta zona, ya que es un plato de cuchara muy contundente.

La pocha es una variedad de alubia blanca que se consume antes de que su vaina esté seca. Los granos van de un tono verdoso a más blanquecino.

En Pamplona ya se empiezan a consumir por San Fermín, siendo un plato típico como el estofado de toro, pero su mejor época es Agosto.

Todo hay que decirlo, lo que realmente pide el cuerpo después de un plato de pochas, es un buen café con hielo y una fantástica siesta de esas que haces trampa a tu cerebro diciéndole "venga solo 5' minutos más..."








700 gr pochas frescas
2 tomates maduros
1 cebolla fresca
1 pimiento verde
agua fría, temperatura ambiente
sal












Desgranar las pochas. Una vez quitado el grano de su vaina, se quedará más o menos en la mitad del peso inicial, en este caso unos 350 gr de producto final.

Quitar las semillas del pimiento verde y cortarlo en trozos grandes.

Pelar los dos tomates, dejándolos enteros.

Limpiar la cebolla fresca, desechando parte del tallo y la primera capa. Partirla por la mitad.

Poner en un puchero las pochas, el pimiento, los tomates y la cebolla. Cubrir con agua fría, temperatura ambiente no de frigorífico, dos dedos por encima de los ingredientes.

No echar sal todavía.

Cuando empiece a hervir muy suavemente, dejar durante 1 h a fuego bajo.

Pasado este tiempo, pasar por la batidora, el pimiento, los tomates y la cebolla con sal y un poco de caldo de la cocción.

Colar el puré resultante sobre las pochas y mantener a fuego bajo durante 30'. Vigilar que no se queden secas del todo, si es necesario añadir un poco más de agua, siempre fría y muy poco a poco.

De un día para otro están más ricas. Servir calientes, solas o acompañadas de unas guindillas en vinagre.

Puedes ver las fotografías del paso a paso en Ay Inesita.

domingo, 16 de junio de 2013

tarta de cebolla y trucha

Lo que me gusta de este tipo de tartas saladas o quiches, además que puedes echarle toda la imaginación del mundo con respecto al relleno, es que uno se puede complicar tanto como quiera.

La versión más sencilla es la de comprar una masa quebrada u hojaldre. Las que venden en los supermercados refrigeradas dan muy buen resultado, el relleno no cuesta nada hacerlo y luego es cuestión de dejar que se cocine en en horno.

La versión más elaborada es hacer la masa en casa y aquí ya entran en juego muchos factores. Todo depende del tiempo que se quiera invertir, pero se puede hacer la masa y dejarla refrigerada de un día para otro. Las ganas, ahí ya no puedo entrar. El miedo. Sí, las masas por lo general dan miedo, porque hay momentos en los cuales parece que los ingredientes no van a ligar y se van cada uno por su lado, pero eso se soluciona practicando y al final las masas salen y hacerlas en casa es una maravilla y una gran satisfacción.





masa
250 gr harina
 125 gr mantequilla
2 huevos
sal

relleno
150 gr cebolla
175 gr trucha limpia
4 huevos
125 ml nata liquida
100 gr queso rallado








Masa
Tamizar la harina y añadirle la mantequilla muy blanda.

Remover con una espátula para que parte de la harina se integre con la mantequilla. Añadir los dos huevos y un poco de sal. Mezclar bien.

Poner harina sobre la mesa o encimera de la cocina, echar la masa y amasarla con las manos.

Si la masa se pega a las manos o a la mesa, incorporar poco a poco harina hasta que esto deje de suceder, pero siempre tiene que quedar una masa manejable.
 
Envolver en papel film y dejar en la nevera durante unos 30' para que coja cuerpo.

Relleno

Poner en una sartén un poco de aceite, añadir la cebolla cortada en juliana y dejarla a fuego medio bajo durante 5' removiendo de vez en cuando para que se haga por igual. Una vez esté pochada, subir el fuego para dorarla un poco, vigilando en todo momento que no se queme.

Añadir la trucha cortada en dados. Cocinarla en la sartén junto con la cebolla, unos 5' a fuego medio-bajo. No se hará del todo, ya que se terminará de cocer en el horno, para que no quede seca.

Batir los 4 huevos con la nata y sal. Incorporar la trucha, la cebolla y el queso rallado. Reservar.

Tarta
Calentar el horno a 180º, modo ventilador.

Antes de incorporar el relleno, es conveniente cocinar un poco la masa en el horno, en el mismo molde que se va a utilizar para hacer la tarta.

Poner en la mesa o encimera de la cocina harina para estirar la masa. Con un rodillo, estirar la masa hasta dejarla de máximo 1 cm de grosor.

Pasar la masa al molde con ayuda del rodillo y quitar la parte que cuelga por los laterales, dejando que la masa cubra solo el interior del molde.

Forrarla con papel de horno y echar peso sobre la masa para que esta no leve.
 
Generalmente se utilizan garbanzos o alubias que se vuelven a guardar para utilizarlas en posteriores ocasiones con este tipo de masas.
 
Horno 180º, modo ventilador, 15' aprox.
 
Pasado este tiempo sacar la masa del horno y quitarle las legumbres que han servido de peso. Las paredes estarán hechas y el fondo semi-cocido.

Verter la mezcla de huevos, nata, trucha, cebolla y queso.
 
Meter al horno 180º, calor arriba y abajo unos 30’.
 
Introducir la punta de un cuchillo en el centro para ver si ha cuajado bien el huevo. Si no es así dejarlo 5-10’ más y volver a hacer la prueba.
 

NOTA: Dependiendo de hornos, para que no se queme la superficie, más o menos a mitad de cocción es recomendable sacar la tarta y cubrirla con papel de aluminio. 
 
Puedes ver las fotografías del paso a paso en Ay Inesita.


domingo, 19 de mayo de 2013

calabacines rellenos

Lo de comer en el trabajo es muy cómodo y más en mi caso. Reconozco que somos unos privilegiados porque la empresa nos paga casi la totalidad del menú diario, nosotros únicamente tenemos de desembolsar 1€ cada día que vamos a comer.

Del catering no nos podemos quejar, aunque nunca llueva a gusto de todos, pero eso siempre será así. Los menús son variados y hay 3 primeros, 3 segundos para elegir todos los días y varias opciones de postre.

Entonces ¿Por qué me llevo la comida de casa? Porque yo sé lo que estoy cocinando y conozco el aceite que utilizo y la cantidad de sal que le echo y estas pequeñeces mi estómago las agradece. Cuando estoy mucho tiempo comiendo fuera de casa, mi estómago dice "bonita, para y ponte a pensar menús que sino nos vamos a llevar muy mal" y en esas ando, pensando que llevo para comer todos los días.

Y ahí es donde llega la parte que no es tan divertida de cocinar y alguna vez ya os lo he comentado que es "hacer la comida".

A mi me encanta cocinar, pero me parece un rollo hacer la comida, que no es lo mismo aunque lo parezca. Cocinar es para relajarme, porque me apetece, porque van a venir invitados y me hace ilusión preparar algo especial, porque alguien quiere aprender como se hace un plato, porque quiero hacer un regalo... pero  hacer la comida es pensar en menús diarios, variados, equilibrados, que si los llevas al trabajo no queden muy secos pero sin abusar de salsas y ahora toca romperse la cabeza un poquito.

Esta es una buena idea de plato único con un postre. Es muy completo, al llevar en el relleno crema de calabacín en lugar de besamel, es más ligero y os puedo asegurar que está riquísimo.









8 espárragos trigueros
10 ajos frescos
250 gr setas variadas
4 calabacines
2 quesitos
50 gr queso rallado









Picar los espárragos y ajetes en trozos pequeñitos.

Poner una sartén con un poco de aceite al fuego y cuando esté caliente echar los espárragos y ajetes, añadirles un poco de sal. Dejarlos unos 5' a fuego medio, removiendo de vez en cuando para que se vayan haciendo todos los trozos por igual.

Pasados los 5' añadir las setas, si son pequeñas enteras y si son grandes en trozos y dejar que se vayan cocinando en conjunto durante otros 5'., manteniendo el fuego medio y removiendo de vez en cuando.

Vaciar los calabacines, en este caso al ser redondos, quitar la tapa y con una cucharilla sacar la mayor cantidad posible de carne de calabacín del interior, con cuidado de no romper la piel. Si el calabacín es alargado, se puede cortar en trozos y vaciarlos dándoles forma de vaso, dejando un poco de fondo para que el relleno no se salga.

En un puchero con agua hirviendo, echar sal y la carne del calabacín. Cocer hasta que esté blanda. No tardará mucho, en  menos de 5' estará hecha.

Escurrir bien, para eliminar todo el exceso de agua.

Poner en un recipiente la carne cocida y triturar con los 2 quesitos, para hacer una crema.

Rellenar los calabacines con la mezcla de espárragos, ajetes y setas. Cubrir con la crema de calabacín y añadir un poco de queso rallado por encima.

Meter los calabacines en el horno, previamente calentado, 180º, modo ventilador, 30'.


Puedes ver las fotografías del paso a paso en Ay Inesita.

martes, 23 de abril de 2013

chandrios de Jesusa

En todas las casas está esa receta que pasa de generación en generación y que tiene algo especial y a mi me hacía muchísima ilusión tener la receta de los chandríos de Jesusa.

Jesusa era una señora con mucho carácter, decir que tenía muy mal genio no queda bien :), pero que nos quería a morir. Trabajó y vivió en casa de mi abuela y creo que vio nacer a mi madre y mis tíos. Yo le tenía mucho cariño y alguna vez me dejó estar con ella en la cocina, aunque era su territorio y no era tan fácil pasar.

Era casi imposible tener una receta suya o que enseñara a hacer algo. Hablaba de pizcas, puñados, ratos, no existían ni gramos, ni litros, ni tiempos de horno. Pero esta receta, no sé ni como ni cuando, se ha conservado y se ha traducido a cantidades.

Los chandríos son típicos de Navarra, creo que no se conocen en otras provincias. Son un tipo rosquilla de forma alargada. Espero que os gusten tanto como a nosotros.








1 huevo
100 ml aceite con anís
75 gr azúcar
4 gr levadura tipo Royal
250 gr harina fuerza











Para el aceite con anís, siempre tengo una botella de aceite con anís estrellado que le da sabor y suelo utilizar en postres. En su defecto, se puede poner la misma cantidad de aceite y una cucharada de anís.

Batir el huevo con el aceite. Añadir el azúcar y mezclar bien. Echar la levadura a la mezcla.

Ir incorporando poco a poco la harina tamizada.

Tiene que quedar una masa tipo plastilina que no se pegue a las manos. Si es demasiado blanda ir añadiendo poco a poco más harina.

Ir cogiendo trozos de masa pequeños, formar bolas y luego estirarlos dándoles la forma de palitos. Retorcerlos un poco.

Calentar aceite en un cazo e ir echando poco a poco los chandríos. Los 3 ó 4 primeros se desperdician ya que absorben mucho aceite hasta que coge temperatura.

Remover los chandríos en el cazo para que se hagan por todos los lados igual y no se quemen. Al principio la masa irá al fondo y conforme se van haciendo van flotando.

Escurrir en papel de cocina. Dejar enfriar y rociarlos con azúcar glas.


Puedes ver las fotografías del paso a paso en Ay Inesita.

sábado, 23 de marzo de 2013

restaurante Callizo - Aínsa (Huesca)


Hoy no voy a publicar una receta porque tengo muchas ganas de compartir las fotografías de los platos que componen el menú de un restaurante al que fuimos la semana pasada.

Es el restaurante Callizo en Aínsa (Huesca). Unos amigos han ido varias veces y siempre nos decían que teníamos que ir y la verdad es que merece la pena salimos encantados, en cuanto tengamos la oportunidad repetiremos.

Recomiendo a todas aquellas personas que en algún momento estén por esa zona vayan sin dudarlo. Es una gran experiencia.

Sorprende mucho que en un entorno de casas de piedra, tipicas de la zona de pirineos, haya un restaurante de cocina creativa.

El local es clásico, con manteles de algodón blanco bien planchados y mesas y sillas de madera, pero el menú es original, divertido y muy completo. Cada plato con su "vajilla" y su pequeña historia. Es una sitio para disfrutar con los cinco sentidos.

Y como una imagen vale más que mil palabras os dejo unas cuantas fotos.



Restaurante Callizo
Plaza Mayor
Aínsa (Huesca)

Tl. 974 500 385


"Tierra"

El  menú Tierra comienza con un cocktail de "nada" y como indica el nombre era nada...pero guardaba una pequeña sorpresa que es mejor descrubirla ahí, así que la nada se queda en incógnita.


Vermutman-flash y olivas

Era lo que pone. Un vermouth en un divertido formato flaggolosina que en los años 70 causó furor y aceitunas...

Olivas

Gilda: aceituna gordal rellena de una crema de piparra (guindilla) venía colgada en un bonsai de olivo y unas bolitas de aceite de sabor intenso que nada mas meterlas en la boca explotaban.



Gusanitos de azulete y fresas

Uno de los platos que más me sorprendió. Es algodón de azúcar haciendo la forma de unos capullos de seda y dentro tiene un relleno de crema de queso azul. Una combinación de sabores increíbles y una presentación genial.



Bolsitas comestibles

Para orear la matanza, en las casas de la zona colgaban los chorizos y las morcillas en una cañas largas y así nos presentaron estas bolsitas de maíz frito. Vino la camarera con una caña de la que colgaba una bolsa para cada uno y aunque el plato se llama así... tienen que insistir en que la bolsa es comestible porque cuesta creerlo.




Trucha del Cinca
Viaje por el mundo
Perú - México - Japón

Este plato a mi me hizo una ilusión especial. Mi padre, en ocasiones, iba a pescar truchas a Aínsa al río Cinca y una vez que fui con el no pesqué ni una, pero no se me olvidará nunca porque un amigo suyo me dejó una caña nueva y la rompí... así que para el me quedé con el nombre de "la rompecañas".

El plato consistía en 3 cucharas de trucha representando diferentes países. Japón era un sushi, aunque tenía forma de tartar, México con guacamole y Perú un ceviche que era en cuchara y el cítrico con un toque picante venía en un chupito.




La Magia de Huesca

Dejaron sobre la mesa una teja, con un metacrilato y dos tostadas con queso.

Vino el camarero y puso unas lascas de trufa en una copa para oler ese aroma intenso a tierra que tiene.

En un embudo simuló exprimir queso y trufa y ¡sorpresa! el líquido resultante lo echó sobre las tostadas de queso.



Es el comensal quien termina de montar el plato poniendo por encima las lascas de trufa.




Patatas a la brasa - mantequilla trufada

Unas patatas asadas presentadas en una plancha de metacrilato que debajo tenía una tableta con un fuego vivo y se oía crepitar, así que la sensación era que se estaban haciendo en el momento. Acompañaba una lata con mantequilla de trufa.

Este plato me gustó mucho la presentación, pero fue un poco pena que las patatas no estaban recién hechas.


Km 0. Legumbres olvidadas.
Judía verdeña de Eripol con col de indiana contrastes de matanza

Maravillosa la presentación y el sabor. Un círculo de col cortada en una juliana minúscula, con una crema de judías en el centro. Alrededor estaba, por orden de las agujas de reloj, una flor comestible, una bolita de morcilla, un trozo de tocino, una bolita de chorizo, unos aros de guindilla y unos ajos fritos.




La cocina primitiva: cazadores y recolectores
Lomo de jabalí en su hábitat


Sin suplemento el menú tiene un plato de carne y otro de pescado para elegir, pero incluye más opciones pagando el suplemento que indica.

Nosotros elegimos lomo de jabalí. Primero en una mesa al lado dejaron una rueda de tronco con frutas y miel.



El lomo de jabalí también lo presentaron sobre tronco de árbol y montaron los platos en el momento poniendo como acompañamiento: sobre el lomo unas grosellas, una mora al lado, unos arándanos en una cucharilla, una falsa trufa que era paté y un platillo con panal de miel.



Torrija de pan de pueblo caramelizada, helado cremoso, semisorbete de frambuesas silvestres, gel de frutos rojos y chocolate

Y de postre torrija. Bajo los helados había petazetas y el semisorbete de frambuesas silvestres estaba hecho en polvo con un toque muy ácido riquísimo.


Con los cafés nos sirvieron a cada buñuelo de crema con un poco de chocolate.



Y como he comentado al principio, en cuanto pueda repetiré. Acababan de abrir la temporada y disponían de un menú, pero habitualmente tienen dos, así que habrá que ir a probar el otro ;)




domingo, 3 de marzo de 2013

coliflor con espinacas y gorgonzola

Es curioso como cambian los nombres de los alimentos dependiendo en la zona en la que viva cada uno.

La coliflor en Navarra es más conocida como pella, así que, siendo yo la que la escribe, esta receta debería ser pella con espinacas y gorgonzola, pero mucha gente no sabría de que estoy hablando si le pongo ese título.

Hace tiempo publiqué un pastel de coliflor con carne y comentaba que en Tudela le llaman piña, vamos y si seguimos preguntando por otras zonas, provincias y países puede salir que esta verdura tenga unos cuantos nombres diferentes y al final todos hablamos de lo mismo.

Se puede utilizar otro tipo de queso para hacer la besamel, pero personalmente creo que el gorgonzola le da mucha cremosidad y sabor, es un queso que me encanta, bueno la verdad es que me gustan prácticamente todos los quesos, ahí muchas veces no tengo medida.

He aprovechado la harina integral de centeno que me sobró de hacer pan, pero pienso que las recetas son para que cada uno haga luego su versión para adaptarla al gusto personal, así que se puede utilizar otro tipo de harina y no poner queso en la besamel, la receta no será la misma pero el resultado seguro que merece la pena.










300 gr espinacas limpias
1 kg coliflor
100 ml aceite
50 gr harina
725 ml leche
200 gr queso gorgonzola
150 gr queso gratinar








Cocer las espinacas con agua y sal en poca agua y el tiempo suficiente para que estén blandas, sin que lleguen a pasarse en la cocción. En el momento que empiece a hervir el agua con un par de minutos será suficiente. Reservarlas dejándolas en un colador para escurrir el máximo de agua posible.

Limpiar, trocear y cocer la coliflor durante unos 15' aproximadamente, en agua hirviendo con sal. Quitar el agua de la cocción y reservar.

Poner el aceite en un puchero. Cuando se empiece a calentar añadir la harina y remover bien para que se integre del todo y no deje sabor crudo en la salsa. Incorporar la leche caliente sin dejar de remover.

Una vez esté hecha la salsa besamel añadir el queso gorgonzola en trozos. A fuego bajo ir derritiendo el queso en la salsa.

Poner en un recipiente apto para el horno la coliflor y las espinacas. Echar por encima de las verduras la salsa besamel y cubrir con el queso especial para gratinar.

Meter al horno modo gratinador hasta que el queso esté fundido y tenga color tostado.



Puedes ver las fotografías y explicaciones del paso a paso en Ay Inesita.






domingo, 17 de febrero de 2013

picantones en salsa con setas

Los picantones son unos pollitos pequeños, de algo menos de 500 gr cada uno, que tienen una carne muy tierna.

En casa nos gustan mucho. Algunas veces los suelo hacer con orejones, higos secos y ciruelas que las he dejado macerando en el coñac.

Esta vez los he hecho con la misma salsa, pero cambiando los frutos secos por setas que había en el mercado.

El pincantón también resulta muy rico haciéndolo al horno como un pollo, al fin y al cabo es pollo, pequeñito pero pollo.

Como siempre, es una receta sencilla y llena de sabor que confío os guste tanto como a nosotros.








2 picantones
200 gr zanahoria
250 gr cebolla
2 ajos
30 ml coñac
1/2 l agua
sal
8 granos pimienta negra
200 gr setas variadas







Pelar los ajos y dorarlos en un puchero con aceite.

En el mismo puchero marcar los picantones, unos 3' por cada lado para que se quede la piel dorada. Cuidado que los ajos pueden quemarse y dar un sabor amargo, si es así quitarlos y seguir solo con los pollitos. Retirar los picantones y reservar.

Freír la cebolla y la zanahoria en el mismo aceite, con la sal y la pimienta durante unos 5' a fuego medio-bajo, removiendo de vez en cuando.

Añadir el coñac y dejar el conjunto unos 2' antes de incorporar el agua.

Echar los picantones. Cuando empiece a hervir bajar el fuego a casi mínimo y dejarlos tapados durante unos 45', que se vayan haciendo muy despacio.

Retirar los picantones con cuidado para que no se deshagan y triturar las verduras con el caldo para hacer una salsa.

Cortar los picantones por la mitad, de manera que queden 4 medios.

Volver a poner la salsa en el puchero e incorporar los medios picantones. Dejarlo a hervor muy suave mientras se frien las setas en una sartén.

Una vez estén hechas las setas, incorporarlas al puchero y dejar el conjunto durante 2' para que vaya tomando todos los sabores.

Servir caliente. Se puede guardar de un día a otro, este tipo de guisos gana en sabor los días posteriores.



Puedes ver las fotografías y explicaciones del paso a paso en Ay Inesita.

domingo, 3 de febrero de 2013

pan de centeno con salvados de avena y trigo

Cocinar me resulta relajante, divertido, entretenido... pero ojo que he dicho cocinar y no hacer la comida que siempre he mantenido que son cosas muy diferentes. Hacer la comida día a día no es tan relajante, ni divertido, ni entretenido ya que pensar menús variados, equilibrados y no repetitivos para cada día de la semana y así 365 días, puede terminar con la creatividad de cualquiera.

Nosotros comemos de lunes a jueves fuera de casa, así que únicamente me centro en el desayuno y la cena y para mi uno de los mayores placeres es desayunar un buen trozo de pan recién tostado.

Hacer pan en casa es una satisfacción muy difícil de describir y tras varias pruebas por fin he dado con un pan que nos encanta. No tengo panificadora, así que es un proceso totalmente manual pero muy sencillo.

Poco a poco voy a ir introduciendo variedades, como añadir unas pipas de calabaza o unas pasas, pero por ahora la masa del pan vamos a seguir haciendo esta que nos ha encantado para los desayunos.

Es un pan de miga muy compacta y corteza crujiente, un pelín ácido, muy natural y aunque parece pesado, ya que es muy saciante, es muy fácil de digerir.

Os animo a que empecéis a hacer pan en casa, hay miles de recetas y videos en la red. Es cuestión de comenzar poco a poco y con pequeñas variaciones encontrar la que mejor se adapte a vuestros gustos. Además hoy en día, es sencillo encontrar en tiendas de alimentación ecológica y herboristerías muchas variedades de harinas.










400 gr harina integral centeno
50 gr salvado avena
50 gr salvado trigo
14 gr levadura fresca
375 ml agua templada (35º)
6 gr sal









Poner en un recipiente la harina con los salvados y mezclar todo.

Hacer un hueco en medio, dándole forma de volcán y desmigar en el centro la levadura.

Echar la sal por la parte superior de las harinas, sin que toque la levadura.

Añadir un poco de agua en la zona donde está la levadura. Con la ayuda del mango de una cuchara ir removiendo la levadura con el agua para formar una pasta.

Incorporar la harina de los laterales e ir echando poco a poco el resto del agua.

Se empezará a formar una masa densa. Poner en la mesa un poco de harina y terminar de amasar a mano. Se creará una masa muy pesada.

Darle forma a la masa y ponerla en el recipiente que utilizaremos para hornear.

Tapar con un trapo húmedo y dejarla reposar unas 2 h. Tras el periodo de reposo la masa habrá aumentado su volumen.

Poner un recipiente con agua en el horno y calentar a 220º para que cree humedad. Meter el pan durante 25' para que se forme la corteza exterior.

Bajar la temperatura del horno a 175º y dejar el pan 35' para que se termine de cocer por dentro.

Sacarlo del horno y del molde y dejar enfriar sobre rejilla.



Es un pan que se puede congelar en ruedas y poner directamente en la tostadora sin descongelar.

Puedes ver las fotografías y explicaciones del paso a paso en Ay Inesita.

miércoles, 23 de enero de 2013

pastel de pimientos del Piquillo

Hace unos días, ordenado papeles, me apareció una de las primeras recetas que tenía apuntadas con todo el mimo del mundo e incluía dibujos de ideas para presentarlo,  presentaciones muy ochenteras por cierto.

Me apetecía hacer la receta y he querido presentarla como salía en uno de esos dibujos.

No sé si para darle importancia al plato o para hacerlo un poco más contundente, como adorno tenía langostinos cocidos con una tira de pimiento. Creo que ahora no lo presentaría así, quizás los haría de forma individual y poniéndoles unos panes tostados como acompañamiento, nada más, el pimiento tiene fuerza suficiente como para ir solo.

Es una receta sencilla, muy sabrosa y que se puede utilizar tanto de picoteo como para un primer plato.









400 gr pimientos rojos Piquillo
175 ml nata ligera
5 huevos
sal
pimienta












Poner los pimientos en un recipiente apto para batir.

Añadir la nata, los huevos, la sal y la pimienta.

Batir todo hasta que estén bien triturados todos los ingredientes.

Forrar el fondo del molde donde se hará el pastel con papel de horno.

Ponerlo en el horno al baño María durante 45’, modo ventilador, 180º.
 

Pasado este tiempo, pinchar con un cuchillo en el centro, debería salir limpio, señal de que está hecho, pero si sale manchado volver a meter el recipiente al horno y cada 5’ comprobar.


Servir templado o frío.

Puedes ver las recetas del paso a paso en Ay Inesita.